Abre los ojos: tu lucha no es con quien crees que es…


El ser humano ha peleado y discutido desde Caín y Abel… y todo parece indicar que tal actitud no tiene ciertamente una tendencia a la baja. Los cristianos somos seres humanos… y -lamentablemente- tenemos la misma tendencia. Las iglesias (sin excepción, las VidaNuevas incluídas) están llenas de cristianos que en ese sentido son muy humanos y  no se han dado cuenta de que uno de los síntomas principales de la inmadurez es, precisamente, la actitud contenciosa que te lleva a desconfiar, atacar y despotricar abierta o solapadamente contra todo y contra todos. A veces, en su inmadurez, un par de inmaduros pueden causar una cantidad considerable de ruido y contaminar a muchos. Por eso, hay tantas congregaciones que distan de ser el oasis de amor que deberían ser y se vuelven pozos de amargura estancada que envenena a quienes se atreven a beber de sus aguas. Triste. Lo más doloroso es que en su afán de pelear no se dan cuenta de que el problema principal es a nivel espiritual. No solo me refiero a un problema en el espíritu de quienes pelean, sino a la presencia misma del mundo espiritual que les rodea.
La contención es un problema satánico.
Ni más, ni menos.

Como dije en uno de los programas de El Reto de Hoy de esta semana, la naturaleza del conflicto del cristiano no es humana sino espiritual, y por ende el conflicto es de dimensiones gigantescas. No soy de los que ven demonios detrás de cada puerta y debajo de cada piedra, pero negar la injerencia del mundo espiritual en la paz del creyente es un reflejo de la mítica pero falaz idea del avestruz que esconde la cabeza en la arena para evitar darse cuenta del peligro que le rodea. La pelea del diablo y sus huestes es una confrontación «cuerpo a cuerpo» a la mejor usanza de las luchas grecorromanas … la intención es botarte, inmovilizarte, anularte y finalmente derrotarte; si para lograrlo tiene que ponerte a pelear contra otros o tiene que envenenar tu alma con la ponzoña que otro segrega, lo hará sin pensarlo dos veces.

Conoces el pasaje en Efesios 6 muy bien… «Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes».
Tal afirmación te garantiza que:

  1. Tienes una lucha, pero no es contra otra u otras personas.
  2. Tienes una lucha, y es contra un enemigo muy organizado (como un principado)
  3. Tienes una lucha, y es contra un enemigo muy hábil y poderoso (literalmente, potestades).
  4. Tienes una lucha, y es contra un enemigo en control de la oscuridad de este sistema de cosas.
  5. Tienes una lucha, y es con un enemigo malicioso en extremo.

Si eres un seguidor del Rey, esta noche te animo a que abras los ojos y te des cuenta de la lucha real en la que estás metido. No es contra tu pareja, ni es contra tus padres; el adversario no es tu suegra, tu vecino, tu jefe, o uno de tus amigos. Ciertamente no es tu pastor y no lo son tus hermanos de la iglesia. Tu lucha es espiritual. Tu adversario es diabólico y su estrategia es desenfocarte, desanimarte, desviarte y derrotarte.
Y, algunas veces, usará a un hermanito o a una hermanita para lograrlo.
No caigas en la trampa.
La misma trampa en la que Caín estampó su nombre.

La semana completa la hemos pasado conversando de la guerra espiritual. Te animo a revisar los audios de estos días y te dejo particularmente el que salió al aire esta mañana. Escúchalo, analízalo y compártelo con otros.

Nos vemos mañana.

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