Esta noche apenas te escribo unas líneas, ha sido un día agotador en más de un sentido y creo que todas mis neuronas ya se fueron a dormir hace un buen rato. Una parte del cansancio mental es debido a un intenso «tanque de pensamiento» que tuvimos durante casi todo el día con el varios miembros del staff y en el que todos nos exprimimos el cerebro un poco más intensamente de lo usual (créeme, es un gusto «pensar en equipo»), en parte por algunas sesiones de consejería que logre meter en los momentos finales del día. Al recordar lo que pasó hoy, varios momentos vienen a mi mente y sobresalen… pero hay uno en especial que quiero contarte: mi desayuno… bueno, no lo que comí en el desayuno, por supuesto -ni que este blog fuera Facebook- sino lo que pasó en mi desayuno.
Te explico.
Hace ya algún tiempo, en parte por lo apretado que a veces es mi agenda de cada semana en parte por que estaba viajando mucho por razones de ministerio, tomé la decisión que debía poner en suspenso el inicio de cualquier relación formal de discipulado con nuevos creyentes o con nuevos miembros de la Iglesia. La razón principal es que no me parecía justo interrumpir a menudo la frecuencia de las reuniones -frecuencia que es crucial para hacer un buen trabajo en la transferencia de vida-… así que, con el dolor de mi alma, me quedé sin discipular a nadie por algún tiempo. Aunque siempre seguí en la tarea de «mentorear» a líderes o de servir de «coach» a algunos pastores más jóvenes, sí pedí a Guillermo Hernández -quien hasta ahora es el encargado de discipulado en VidaNueva- que no me asignara a nadie. Francamente no me gustó, no me gusta y no me gustará estar «sin discípulo». Así que, habiendo tomado este año la decisión de «viajar poco» resolví que esto de «discipular» vale tanto la pena como para abrir un espacio sistemático en la agenda de cualquier creyente… y yo no soy en lo absoluto la excepción a tal realidad. Por eso, fue un gozo esta mañana mientras desayunábamos en un restaurante de la ciudad sentarme con Charlie, un joven odontólogo de 32 años que es a partir de hoy mi nuevo discípulo… ¡que bendición para mí! Comenzamos «de cero» con la lección de introducción que abre el proceso de discipulado 1-proceso que nos tomará un poco más de un año-, compartimos un poco de nuestras historias y cubrimos el paso de hacer un compromiso mutuo en la relación discípulo-discipulador que la referida lección de introducción establece. Esta noche estoy terminando mi día leyendo Mateo 1 y 2 -parte de mi compromiso como su discipulador- para acompañarle a distancia en la lectura del Nuevo Testamento. Me alegra, me gusta y me anima.
Discipular «formalmente» es una de las bendiciones del ministerio de VidaNueva (y de muchas iglesias interesadas en la continuación del ministerio de Jesús en la formación de sus seguidores en este mundo). Hacerlo es la consecuencia lógica de entender el plan de Dios como sus discípulos… por eso, si estás en la posición de discipular, te animo a que hagas tu máximo esfuerzo para ser fiel en transferir tu vida espiritual a por lo menos uno más. ¿Con cuales materiales?… hmmm… sinceramente, hay muchos buenos sistemas «por allí» (el que nosotros escribimos es tan bueno como muchos) pero la clave no es el material, sino el corazón del discípulo y la fidelidad del discipulador. Todo lo que se necesita es el deseo, la disposición, la disciplina… y -en el caso de Charlie y mío- nos sirve muy bien una mesa de desayuno.
Una excelente manera de comenzar el día.
Te animo a discipular… o a ser discipulado.
Nos vemos mañana.
Que bonito! Los que hemos recibido su (tanto como el de Hna. Patty) sabemos que es una bendicion! Que privilegio y responsabilidad para Charlie, lo incluiré en mis oraciones!
Que Dios lo siga bendiciendo Hno Julio (y Hna Patty) y usando para discipular, enseñar, mentorear… y todo lo demas que hacen!
BENDICIONES
Aurora,
que bueno escuchar de ti… abrazos grandes hasta Montreal!
J.-