¿Reconoces tu indisciplina?


Sí… tenía que terminar sucediendo. Una vez más, después de meses de posponerlo, he iniciado un proceso de dieta y ejercicios supervisado por un profesional. Patty y yo tomamos la decisión hace unos días de deshacernos de las libras de más y… ¡buscamos ayuda! Para esto fue necesario reconocer mi indisciplina. Es que… estoy casi listo para echarme a rodar… literalmente. No sé tú, pero en mi caso lo único que me ha funcionado en el pasado es mantenernos dando cuentas a alguien para bajar de peso y mejorar nuestra salud. Cada vez que dejo de reportarme a quien me está supervisando… mi peso vuelve a subir (Steve dice que en la vida me ha visto perder como 500 libras en total… y ganar 510). El principio de mantenerse en forma es sencillo: tienes que hacer ejercicios a diario, comer saludablemente y meter en tu sistema igual o menos energía que la que gastas. ¡Cualquier niño puede entenderlo!… pero ¿no te sucede a ti que lograr ponerlo a funcionar para ti es una lucha gigantesca? Si eres de los que comes y comes, no haces ejercicio y te mantienes siempre en buenísimo estado… el blog de este día no es para ti. Nuestra nutricionista (quien por casualidad es también mi cuñada) nos entrego un interesante plan de intercambio nutricional en el que podemos desarrollar nuestro propio menú siempre y cuando nos mantengamos dentro de su esquema de energía. Además nos comprometimos a hacer 180 minutos semanales de ejercicio cardiovascular… y a regresar periódicamente a darle cuentas.

Creo que hay un principio espiritual detrás de todo esto. En las cuestiones de disciplina personal es necesario tener un sistema, desarrollar un plan estricto y luego tener a alguien a quien darle cuentas. Lo mismo sucede con tu peso, con tu vida devocional, con tu lectura bíblica o con tus estudios seculares. Tu eres la excepción si eres una de esas personas que nacieron con agenda electrónica incorporada e intuitivamente planifican e implementan hasta cada estornudo en su vida… uno de esos seres superorganizados que mantienen un equilibrio interno innato y transpiran disciplina personal. Para el resto de los mortales un sistema, un plan y alguien a quien darle cuentas son esenciales. ¿Los tienes? Si no tienes estos tres elementos te apuesto que:
1.        Comienzas cada año a leer la Biblia y nunca la terminas.
2.        Has iniciado un proceso de discipulado formal en más de una ocasión pero nunca lo has finalizado.
3.        Te inscribiste en un seminario/instituto bíblico pero dejaste de asistir.
4.        Comenzaste a aprender un idioma… pero nunca llegaste ni cerca de dominarlo.
5.        Te incorporaste formalmente a un ministerio… y ya no estás más en él.
6.        Sabes muchas cosas “a medias”: medio sabes de computación, medio hablas inglés, medio tocas un instrumento, medio conoces la Biblia…
7.        No sería raro que no terminaste tu carrera universitaria.
8.        Si sumas todas tus dietas has rebajado 500 libras de tu peso a través de la vida… pero has vuelto a subir en total 510 libras.

La mera vedad es que la disciplina al presente nunca parece ser causa de gozo… va contra la carne, no es agradable y no surge naturalmente. Por eso necesitas un sistema, un plan para ejecutar el sistema… y alguien a quien rendirle cuentas de tu progreso. Los primeros dos son obvios ( y la mayor parte de gente los tiene)… pero a casi nadie le gusta tener que reportarse a otra persona para dar cuentas. En Latinoamérica ni siquiera tenemos un verbo para esto (contrario al vocablo en inglés accountability)… algunos dicen que los latinoamericanos nos resistimos desde la mismísima raíz de nuestra cultura. Yo creo que es simple y llana carnalidad. Como decimos en El Salvador, no queremos que nadie nos cuenta las costillas.

Esta noche me voy a acostar con un poco de hambre y con el cuerpo cansado… pero te animo a ver en tu vida si hay algún area en la que necesitas disciplinarte. Quizás sea un pecado tan común como el sobrepeso… o uno tan vergonzoso como la pornografía. Mi punto es: necesitas un sistema para salir de allí… un plan para ejecutar ese sistema en tu vida… y una persona a quien poder rendirle cuentas. ¿Quieres?

Ah… un consejo extra. Si puedes tener un compañero que te ayude en el proceso… ¡mucho mejor!. Gracias a Dios por Patty… tenerla conmigo haciendo ejercicios y comiendo menos me hace las cosas muuuucho más sencillas.

Nos vemos mañana.

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